Cuando era niño alguien me pregunto prefería, una relación de pareja o el éxito profesional, mi respuesta sin dudarlo fue el éxito profesional. Y desde ese momento mi vida se rigio solo en función de ser primero el mejor estudiante y luego el mejor profesional para lograr mis metas laborales. Como todo en la vida si queremos lograr algo se debe hacer sacrificios y yo sacrifique mi parte afectiva y mis relaciones de pareja, en ese transcurso deje de lado a muchas personas que eran importantes en mi vida y que hubieran sido más importantes si no las hubiera sacrificado en aras de mis metas.
Como economista se que hay que definir criterios de compensación priorizar los recursos y definir prioridades para lograr maximizar su utilidad y lograr las metas, por lo cual enfoque todos mis esfuerzos en consolidar un futuro laboral.
La verdad sea que los sacrificios realizados y los momentos personales dejados de vivir ( o aplazados para luego ) como era mi pensamiento en ese tiempo. Dieron los frutos esperados y logre a muy corta edad 22 tener las cosas y un estilo de vida que la mayoría solo tiene alrededor de los 30 años, para todos mi presente y futuro era brillante; pero para mi al realizar la retrospectiva y cuantificar lo que gane y lo que perdí, empecé a cuestionar los momentos y vivencias dejados a un lado en mi adolescencia como mis amigos, amigas y novias ( las pocas que soportan estar en tercer lugar en mis prioridades) esas mujeres a las que nunca les dije cuanto las quería y mucho menos la palabra TE AMO , por que amar era algo que no necesitaba en mi vida y solo sería un obstáculo en mis metas.
En esa época tenía dinero y más de las cosas materiales que soñaba y necesitaba para vivir. Pero esa sensación de vacío en mi ser solo se incrementaba con el paso del tiempo y escuchar a personas con vidas menos “brillantes” disfrutaban los momentos actuales y recordaban con alegría los momentos pasados.
Al tratar recuperar y/o forzar los momentos perdidos solo logre meterme en una espiral que me llevo a la caída y ruina en todo sentido, tanto personal, espiritual , económica y familiar.
Me costó entenderlo, pero fue lo que me podía pasar por que aprendí algo que siempre escuche pero nunca valore “EL PLACER DE LO SIMPLE” y que lo importante en la vida no es la llegar a la cima de la montaña, si no disfrutar del paisaje mientras ascendemos.
La vida me dio una segunda oportunidad y como el fénix renací de mis cenizas para un amanecer más brillante, en donde sigo mis metas pero disfruto cada momento vivido como lo que es “ un milagro de la vida y algo irrepetible “.
La vida es un viaje de un aprendizaje continuo y en mi caso en mi vida personal y en mis relaciones de parejas tengo mucho que aprender. Pero es un viaje que estoy dispuesto afrontar y vivirlo al máximo.
Porque lo que tengo claro es que ya no quiero una vida BRILLANTE Y VACIA
